divendres, 8 d’abril del 2011

Ai wei wei, el delicte de pensar

 Artícle del diari "EL MUNDO". 
China es un régimen con muchos yuanes para invertir, un gran mercado para productos extranjeros, muchas bocas que alimentar y una superpotencia económica y militar emergente. A las dictaduras con tantas ventajas suplementarias se les pregunta poco por los asuntos de familia.
El Comité Olímpico Internacional (COI) otorgó a Pekín los juegos de 2008, pese a las criticas de numerosos disidentes y de grupos de defensa de los derechos humanos. Su presidente Jacques Rogge dijo que eran una gran oportunidad para abrir la sociedad e incrementar las libertades.
La última detención de Ai wei wei es la metáfora perfecta del pobre resultado logrado por el voluntarioso COI; también demuestra que el clima de represión en China se mantiene pese a las promesas de apertura. Ai fue el onsultor artístico de los creadores del espectacular estadio olímpico de Pekín, los arquitectos suizos Herzog& de Meuron.
El artista chino despareció el domingo cuando iba subir a un avión en Pekín con destino a Hong Kong. No hay noticias de su paradero, de quien lo tiene preso y de qué se le acusa. El caso de Ai Weiwei ha movilizado a la Unión Europea, lo que ya es una noticia, y a numerosas organizaciones y ONG.Nadie duda que está detenido.
Ai Weiwei no solo es un célebre artista chino que defiende ideas 'tan peligrosas' como la libertad de expresión; es, sobre todo, un hombre respetado que se atrevió a denunciar la corrupción gubernamental tras el desplome de numerosas escuelas en el terremoto de Sichuan en 2008. No solo mató el seísmo, mataron los pésimos materiales utilizados en la construcción. El Gobierno se negó incluso a revelar los nombres de los niños muertos. Ai lanzó una cruzada para lograr conseguir esos nombres. Con ayuda ciudadana, lo consiguió.

Ai Weiwei alcanzó gran notoriedad internacional con su polémica exposición de las pipas en la Tate Galery, en Londres, que se puede ver hasta el 2 de mayo. Son 100 millones de pipas de porcelana fabricadas durante dos años por 1.600 artesanos de la ciudad de Jingdezhen.